La noticia de que un grupo de energúmenos asaltó a un empresario israelí en la Universidad autónoma de Madrid tras una manifestación de marcado carácter antisemita es una de las noticias más sobrecogedoras de los últimos tiempos. Reproduzco a continuación el editorial que le dediqué el martes 8 de junio.
Cuenta la Historia que el 25 de abril de 1933, se promulgó en Alemania la denominada ley contra el hacinamiento en las escuelas y universidades. Con esa excusa, la nueva norma pretendía reducir a tan sólo un quince por ciento de los alumnos el número de judíos en entidades educativas alemanas. Sin embargo, las tribulaciones de los estudiantes judíos no acabaron con la inicua ley sino que, de hecho, comenzaron. En el curso de los meses siguientes, fueron comunes las escenas de violencia que contra los judíos que pisaban la universidad protagonizaron los estudiantes que pretendían el progreso de Alemania y del nacional-socialismo. Fue la suya una brutalidad ideológica que no encontró problemas para desarrollarse ya que las autoridades académicas no la impidieron, ya que la policía no intervino protegiendo a los judíos y ya que los estudiantes rara vez salieron en defensa de los judíos. De esa manera, en una Alemania donde los Premios Nobel se apresuraba a brindar su apoyo al nacional-socialismo, las escuelas y las universidades se convirtieron en alcantarillas de la indecencia y la maldad propias del antisemitismo.
Cuenta la Historia que el 25 de abril de 1933, se promulgó en Alemania la denominada ley contra el hacinamiento en las escuelas y universidades. Con esa excusa, la nueva norma pretendía reducir a tan sólo un quince por ciento de los alumnos el número de judíos en entidades educativas alemanas. Sin embargo, las tribulaciones de los estudiantes judíos no acabaron con la inicua ley sino que, de hecho, comenzaron. En el curso de los meses siguientes, fueron comunes las escenas de violencia que contra los judíos que pisaban la universidad protagonizaron los estudiantes que pretendían el progreso de Alemania y del nacional-socialismo. Fue la suya una brutalidad ideológica que no encontró problemas para desarrollarse ya que las autoridades académicas no la impidieron, ya que la policía no intervino protegiendo a los judíos y ya que los estudiantes rara vez salieron en defensa de los judíos. De esa manera, en una Alemania donde los Premios Nobel se apresuraba a brindar su apoyo al nacional-socialismo, las escuelas y las universidades se convirtieron en alcantarillas de la indecencia y la maldad propias del antisemitismo.
Ayer se produjo en España un episodio antisemita de enorme gravedad. Sin intención de agotar el tema, los hechos son los siguientes:
1. Antes del lunes, diversos profesores y alumnos universitarios pasaron invitaciones para una manifestación antisemita que tendría lugar en el campus de la UAM. La excusa sería la celebración de unas jornadas hispano-israelíes relacionadas con las energías.
2. A las nueve de la mañana de ayer, desde la estación de tren un centenar de activistas se dirigió al rectorado de la UAM gritando consignas como “¡Israel Asesino, Israel Asesino!”, “¡Intifada, Intifada!” e “¡Israel asesina, la UAM patrocina!”.
3. De los activistas, una parte eran estudiantes de la Autónoma, otros de la Complutense, alguno de la Carlos III y un buen número ni siquiera eran estudiantes.
4. Aunque la manifestación no está autorizada, un guardia de seguridad señaló que iban a hacer lo que les saliera de las narices porque aquí con los alumnos se tiene mucha manga ancha.
5. La comitiva antisemita pasó delante del Rectorado y se dirigió calle abajo ocupando los dos carriles de tráfico en dirección al Edificio C, cerca de la Facultad de Ciencias, donde, según creían los manifestantes antisemitas, iban a celebrarse las jornadas.
6. Al llegar al edificio, los manifestantes antisemitas se encontraron con un coche de la policía municipal que no intervino.
7. Uno de los manifestantes arrancó con rabia un cartel que anunció el encuentro hispano-israelí y lo tiró satisfecho en la papelera, mientras una compañera le jaleaba diciendo: “muy bien, ¡que se jodan!”.
8. Acto seguido, los manifestantes antisemitas ocuparon la sala mientras una pareja de mujeres árabes –una con velo y la otra a pelo descubierto – acompañadas de un árabe colgaban dos banderas de Palestina y una pancarta del estrado.
9. Tras unos minutos de confusión, la mujer árabe sin pañuelo comentó por el micrófono del salón una “iniciativa ciudadana” para denunciar al Estado de Israel y pidió las firmas de los asistentes.
10. Ante la falta de respuesta de los presentes, dos minutos después, uno de los dos cabecillas de la manifestación antisemita, echó mano del micrófono y lanzó una perorata.
11. Cuando el cabecilla antisemita estaba pronunciando su discurso, se acercó alguien para susurrarle al oído que las Jornadas estaban teniendo lugar en otro sitio, concretamente, en el llamado Parque Científico de la Universidad. De esa manera, los manifestantes antisemitas reanudaron la marcha gritando al unísono “¡Intifada, Intifada, Intifada!”.
12. Los manifestantes antisemitas llegaron finalmente al Parque científico de Madrid donde entraron ante la pasividad del guarda jurado que, según sus palabras, no se quería “meter en líos, y menos con esta gente”.
13. A pesar de ser informado de que el embajador de Israel había suprimido su asistencia, el segundo jefe de los antisemitas, un joven muy alterado pasó al otro lado de la recepción y trató de alcanzar la caja de cartón donde estaban las acreditaciones. Al impedírselo, una de las organizadoras del acto, el joven antisemita echó mano de un folleto anunciador del evento hispano-israelí y comenzó a gritar: “¡estas jornadas no se pueden celebrar, es colaboracionismo con los asesinos!”.
14. Mientras la organizadora del acto, escondía el resto de folletos para evitar que los manifestantes antisemitas los destruyeran, éstos encontraban la sala donde se celebraba el acto.
15. Con ayuda de una llave, uno de los antisemitas desgarró la banderola donde se celebraba el encuentro mientras otro la sujetaba para que la llave se hundiera exactamente donde pone la palabra “israelí”.
16. Uno de los asistentes Eliezer Manor, hombre de negocios israelí, salió del edificio maletín en mano acompañado de un compatriota. Al dirigirse a él, una de las organizadoras en hebreo, los manifestantes antisemitas empezaron a increparlos.
17. Las dos dotaciones de policía que había en el exterior se negaron a intervenir alegando que “esto es un espacio privado” y “Para poder hacer algo tiene que autorizarlo el Rector y todavía no se ha autorizado nada”.
18. Finalmente, los agentes metieron a los dos israelíes en un coche para protegerlos de la ira ya desatada de los manifestantes. Entonces, los manifestantes antisemitas volcaron su odio sobre el coche zarandeándolo, rompiendo botes de pintura en los cristales, dándole patadas y abriendo el maletero y las puertas.
19. Tras diez minutos de sufrir la violencia de los antisemitas, el coche de la policía consiguió zafarse y dirigirse hacia Madrid.
20. Acto seguido, los manifestantes antisemitas se dirigieron hacia el rectorado, pero allí se encontraron con cuatro coches patrulla y una furgoneta. Dando muestra entonces de su cobardía proverbial, los antisemitas se disolvieron y
21. Tras dos horas y media de dar muestras de un antisemitismo repugnante, los manifestantes se retiraron. Uno de ellos afirmaría: “Yo no me considero antisistema pero si nos criminalizan hay que defenderse, que es lo que hemos hecho hoy”.
Hace apenas unas horas, profesores universitarios y distintas entidades convocaron una concentración antisemita en la UAM.
Sin duda, Hitler se habría sentido orgulloso.
El rectorado – con José María Sanz Martínez a la cabeza - no movió un dedo para impedir lo sucedido.
Sin duda, Hitler se habría sentido orgulloso.
La policía no intervino para impedir la violencia ni reprimir a los agresores antisemitas.
Sin duda, Hitler se habría sentido orgulloso
Un grupo de manifestantes atacó a los judíos insultándolos y culpándolos de todo.
Sin duda, Hitler se habría sentido orgulloso
Se cumplió el vergonzoso y criminal acto multisecular de perseguir, insultar y perpetrar la violencia contra los judíos.
Sin duda, Hitler se habría sentido orgulloso
La universidad española demostró por enésima vez que se ha desplomado académicamente para convertirse en una alcantarilla donde anidan los peores comportamientos impulsados por ideología que pretenden, como antaño el nacional-socialismo alemán, representar el progreso.
Sin duda, Hitler se habría sentido orgulloso.
Tras perpetrar la violencia, los manifestantes encima afirmaban que se habían limitado a defenderse.
Sin duda, Hitler se habría sentido orgulloso.
Ni uno solo de los estudiantes de la UAM, a pesar de tomar fotos de lo que sucedía, movió un solo dedo para impedirlo.
Sin duda, Hitler se habría sentido orgulloso.
Y es que, a fin de cuentas, con su lenguaje de izquierdas, con sus velos islámicos, con sus consignas propias de la guerra fría, con sus gestos progres, con todo ello, los manifestantes de ayer se comportaron como verdaderos hijos de Hitler, hijos de los que, sin duda, Hitler se habría sentido satisfecho porque habían logrado someter a la policía, a los estudiantes y a las autoridades universitarias a una manifestación del más rancio y repugnante antisemitismo sin que nadie moviera un dedo para evitarlo.
Fuente: Blog de César Vidal
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